«Primero pensé en dejarla, pero la posibilidad de que saliéramos fuera a discutir y nos quedáramos sin cenar me aterraba». Con estas palabras justifica Carolina Benlloch su decisión de pedirle matrimonio a su pareja ayer en el transcurso de una cena en La Tagliatella. Benlloch confiesa que se estaba muriendo de hambre y que le enervaba el silencio en la mesa mientras esperaban la llegada del segundo plato. «No soporto estar en silencio, me levanté y luego me arrodillé ante ella porque algo tenía que hacer», explica.
La pareja de Benlloch no esperaba que le pidieran matrimonio, pues la relación empezó hace apenas dos meses. «Dije que sí porque vi que el camarero llegaba al fin con los raviolis y no quería alargar la conversación», comenta la novia de Benlloch. Ambas habían hecho «de todo» para dinamizar la charla: «Hablamos del tiempo, de la familia, nos enseñamos memes en el móvil… finalmente se agotaron los temas y a las dos nos estaba matando ese silencio», insiste Benlloch, que tuvo que recurrir a uno de sus anillos para salir del paso.
«No te creas que el matrimonio dio para mucha charla tampoco, pero bueno, como ya había llegado el segundo plato tampoco hizo falta», relata Carolina.
Como el postre también tardó, la pareja decidió adoptar un niño y se puso a deliberar sobre el nombre que le iban a poner hasta que la llegada del tiramisú permitió aparcar el tema definitivamente.
