«Eso es tan típico de él… si es que de tal palo tal astilla». Con estas palabras reconocía esta mañana Samuel Lozano que, con la edad, está adquiriendo hábitos típicos de su padre como, por ejemplo, el de acostarse con su madre. «Ahora ya no tanto, pero cuando tenía mi edad, mi padre se acostaba con ella casi con la misma frecuencia con la que lo hago yo ahora», explica.
Insiste Lozano en que «te pasas la adolescencia y la juventud intentando no repetir los errores de tus padres, buscando tu propia identidad, y a la que te despistas estás intentando que prejubilen a tu padre para ocupar su puesto, ganar su sueldo, te acuestas con su mujer, que es también tu madre, le convences de que ya es mayor para conducir para agenciarte su Mercedes y, en fin, acabas siendo el mismo tipo con sus mismas manías y sus mismas costumbres». Asume que «nos pasa a todos, también a él le pasaría con mi abuelo porque me consta que mi abuela y él se enrollaron varias veces».
«Me hace gracia sorprenderme haciendo el mismo ruidito gutural cuando me levanto del sofá, o agarrando las nalgas de mi madre como hacía él cuando yo era más pequeño. Es lógico, se lo vi hacer tantas veces…», explica con melancolía, pero intentando «no dramatizar, porque todos pasamos por esto».
Samuel declara divertido que su gradual transformación en un señor clavado a su padre se puede ver como una suerte de venganza «porque empezó él imitándome a mí cuando se masturbaba viendo fotos de mis compañeras de clase, igual que hacía yo también en aquellos tiempos».
