Una pandemia global, la erupción de un volcán, una tormenta de nieve, una crisis bélica mundial y serios problemas de abastecimiento han ido mermando la entereza de Pedro Sánchez. Esta mañana, totalmente sobrepasado por la ola de frío, que ha sido la gota que ha colmado el vaso, el mandatario ha dimitido como presidente del Gobierno. “Se acabó, me voy a mi casa, no aguanto más”, ha dicho tiritando de frío en una rueda de prensa.
La decisión de Sánchez ha cogido por sorpresa a la mayoría de la población, pues la ola de frío no es ni comparable a las otras crisis con las que el político socialista ha tenido que lidiar durante su legislatura. El ánimo del presidente, sin embargo, ha ido cayendo en picado día tras día y la bajada de las temperaturas ha sido la puntilla. “No puedo más, ahora es el frío, pero mañana será otra calima, o una lluvia ácida, es que no lo quiero ni saber”, ha protestado ante los periodistas.
Según fuentes cercanas a Moncloa, Pedro Sánchez llevaba tiempo pidiendo pasar al menos una semana tranquila, y la llegada de la ola polar le ha afectado muchísimo. “Hasta aquí”, ha dicho el jefe del Ejecutivo sin fuerzas para gestionar nada más. Toda la fortaleza que el líder mostró durante los dos años de pandemia, o en el conflicto de Ucrania, se ha caído como un castillo de naipes al llegar este frío en pleno mes de abril.
Ahora, el ya expresidente de España se dedicará a vivir en un rancho, bebiendo y fumando en el balancín de su porche mientras desoye los consejos de sus seres queridos para que acuda a un profesional a tratar su estrés postraumático.
