Segundos antes de iniciarse la maniobra de aproximación, cientos de pasajeros han descubierto este mediodía que no viajaban en un avión sino en una cuchara gigante que estaba a punto de introducirse en la boca de un niño. «Hemos oído un ‘Aaaaaah’ muy fuerte y luego, en vez de un aeropuerto, ha aparecido la boca de un bebé que nos iba a engullir», explica con el susto en el cuerpo Tomás Catalán Bernardos, un pasajero que promete «no comprar nunca más un billete de los baratos».
Por fortuna, todo ha quedado en un susto porque la criatura, al ver a los diminutos pasajeros agitar los brazos y gritar de terror, ha apartado la cara dejando que la cuchara gigante acariciara levemente su mejilla pero sin provocar daños.
«La madre gigante se ha rendido enseguida y ha apoyado la cuchara en el plato, permitiéndonos saltar a la papilla a través de la rampa. No nos hemos hecho daño, pero la papilla estaba muy caliente y no ha sido agradable», relata el pasajero.
Los viajeros se sienten agradecidos porque les tocó un bebé sin hambre. «No quiero ni pensar en la de vidas que se pierden cada vez que un niño es alimentado de esta manera», razona Catalán.