Jorge Duarte García, un camarero de 35 años natural de Valladolid, lleva tres años evitando el contacto visual con su novia porque le viene mal traerle una cerveza de la nevera. El hombre se dedica a caminar por el salón con gesto de estar muy ocupado mientras su pareja le sigue con la mirada y levanta la mano tímidamente. “Soy la única novia aquí, no entiendo que esté tan agobiado”, lamenta.
A Duarte le viene fatal ir a la cocina ahora porque lleva tres años muy cómodo en el salón, así que no mirará a su pareja hasta que esta se levante y coja ella misma la cerveza. “En los últimos tres años he cambiado mucho, cuando me vuelva a mirar igual ni me reconoce”, se sincera la mujer. “Estos últimos tres años sin mirarnos han sido los mejores de la relación con diferencia”, explica él.
La mujer está al borde de la deshidratación, pero no ceja en su empeño de llamar la atención de su novio. “Tarde o temprano se dará cuenta de mi presencia y seré atendida”, declara. “Quería la cerveza para acompañar el último capítulo de Juego de Tronos, pero ahora tendré que usarla para otra cosa”, lamenta. “Igual aprovecho y le pido también un bocadillo, porque estoy realmente hambrienta”, añade.
La pareja se conoció hace diez años en el bar en el que trabaja Jorge Duarte y en este tiempo todavía no le ha traído la cuenta, y eso que viven juntos desde 2014.
