Estos días, las familias españolas están celebrando encuentros improvisados para debatir la conveniencia de juntarse en Navidad ante el aumento de contagios por coronavirus. «Es importante que lo hablemos cara a cara con tranquilidad y, si al final la conclusión es que no podemos juntarnos, pues ya lo haremos el año que viene», comenta Sandro González, de Madrid, mientras grita al oído de su abuelo Anselmo, a quien pregunta «que si quieres que nos veamos en Nochebuena aunque esté lo del virus».
«Llevamos varios días en casa con toda la parentela, el primo que se ha vuelto del Erasmus, la que estudia en Londres y los yayos del pueblo, y aún no nos hemos puesto de acuerdo. Yo creo que es mejor que no nos reunamos, pero a ver qué se decide en la reunión de esta tarde, que en teoría es la definitiva», explica González.
Conforme se van juntando las familias, los contagios se disparan, hecho que va decantando la balanza hacia el lado de la opción más conservadora: posponer los encuentros de Navidad.
Las empresas también se encuentran en plena deliberación y muchas de ellas congregan a toda su plantilla para votar si deben o no celebrarse comidas o cenas en estas fechas. «Somos muchos, hablando todos a gritos, y no hay manera de consensuar una estrategia, así que por prudencia anularemos este tipo de actos», comentan desde la sede barcelonesa de la multinacional Jenkins&Co.
