A las 17:52 horas de la tarde de ayer, la democracia española estaba en serio peligro porque un anciano se manifestaba impune y pacíficamente. Por suerte, un agente antidisturbios consiguió salvarla en el último momento con una serie de porrazos y empujones. “En el momento en el que mi porra alcanzó su cuerpo, supe que en España seguía habiendo democracia”, se sincera el agente, que no ha querido revelar su identidad “porque no quiero que esto vaya sobre mí, es una victoria del Estado de Derecho”.
El anciano golpeado llevaba horas, incluso días, reclamando unos derechos laborales y sociales que estaban poniendo en grave peligro la estabilidad de la democracia. “Cada hostia que le hemos metido nos ha acercado un pasito más a la libertad”, reconocen los agentes con orgullo.
“De vez en cuando hay que bajar al barro y apalizar a un viejo para poder mantener esta calidad de vida que tenemos en España”, ha admitido esta mañana el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. “No podemos permitir que cuatro exaltados de la tercera edad pongan en riesgo al Gobierno más progresista de la historia de la democracia española”, insiste.
Desgraciadamente, la media de edad española es muy alta, así que el número de ancianos que pueden poner en jaque la democracia es muy elevado. “Donde haya un anciano reclamando derechos habrá un agente antidisturbios para pararle los pies a base de golpes”, tranquilizan desde el Gobierno. “No podrán con nosotros”, concluyen desde Moncloa.
