Creyendo que su esposa le había sugerido pasar un fin de semana en una Caja Rural, Jaime Galisteo Gámez pidió el pasado viernes a toda su familia que subiera al coche porque les iba a llevar a un destino sorpresa. «Después de tres horas de carretera, de repente para el coche en la Calle Mayor de Guadalajara y, frente a un cajero, nos dice: ‘Es aquí. ¿Qué os parece?'», explica la mujer de Galisteo.
Aunque su familia le aclaró que lo que querían todos era disfrutar de unos días en una casa rural y no en una sucursal de Caja Rural, Jaime Galisteo declaró que «ahora que estamos aquí, intentemos, por favor, disfrutar del fin de semana». Una petición que sus familiares aceptaron a regañadientes, no sin antes tener que negociar con un mendigo que suele pernoctar en el mismo enclave.
«Hemos aprovechado para jugar a juegos de mesa y encima, como nos ha llovido, el cajero nos ha servido de refugio. Ha sido toda una aventura», defiende el hombre. Su esposa no opina lo mismo: «Hemos pasado frío y los niños no dejaban de preguntar si éramos pobres y nos habíamos quedado sin casa. El hecho de que la gente pasara y nos tirara monedas no ayudaba», dice. Galisteo, en cambio, considera que «esas limosnas han abaratado aún más el viaje, en el que apenas hemos tenido que pagar la gasolina, unos bocadillos y la multita del ayuntamiento por dormir en la calle».
No es la primera vez que un malentendido provoca problemas a esta familia: en 2019, Jaime Galisteo mandó a los niños a Siria con su tía Soria en vez de llevarlos a Soria con su tía Silvia.
