El extravío de Crunchys de Pollo, que no se encuentran en su sitio en la nevera o desaparecen misteriosamente del plato cuando nadie mira, constituye una de las principales fuentes de conflicto en los pisos de estudiantes. Para atajar este problema, Fripozo ha incorporado un sistema de geolocalización comestible en el interior de cada pieza de comida. A través del móvil, consultando la web de la marca, el propietario podrá saber en qué cajón, plato, mesita de noche o estómago se encuentra el Crunchy perdido.
“De repente la barriga de Rubén empezó a pitar. Se puso rojo de vergüenza y se derrumbó. Sin el GPS, me habría tragado cualquiera de sus excusas igual que él se tragó mi crunchy”, explica Sonia R., compañera de piso perfeccionista y controladora que aplaude esta nueva tecnología. “Necesito saber que, cuando me voy a trabajar, mis crunchys se quedan en mi cajón del congelador. Por la tarde, cojo fuerzas pensando en ellos y en la cena que me espera y compruebo con alivio que siguen allí”, confiesa.
Algunos compañeros de piso -especialmente los gorrones- critican que la localización “atenta contra la intimidad de los crunchys de pollo y nos obliga a vivir bajo el control constante del poder, es decir, de Sonia”. Defienden que “la comida sabe mejor cuando la has hurtado a escondidas”.
Algunos compañeros de piso informáticos ya han encontrado modos de burlar el GPS: simplemente, lo extraen del interior del crunchy de pollo con una delicada operación con el tenedor y se lo comen, cerrando luego la pieza de comida para que no se note nada. Por este motivo, Fripozo añadirá un sistema de seguridad que pitará cuando detecte un intento de sabotaje.
