«Suena muy bien pero es mucho curro, no merece la pena». Con estas palabras daba carpetazo esta semana una pareja de Alcoy al proyecto de educar a sus hijos en la cultura del esfuerzo. «No compensa, exige demasiado tiempo, paciencia y concentración», zanja Ángela Real Miralles. El padre ni siquiera es capaz de ofrecer declaraciones, pues se declara «exhausto».
Insiste Real en que «todos estamos de acuerdo en que los niños deben aprender que las cosas cuestan un esfuerzo y que ese esfuerzo merece la pena porque luego hay recompensa, pero una cosa es decirlo y otra hacérselo entender». La pareja no descarta «encargar a alguien» esa educación, pues considera que «no está al alcance de los padres normales».
El problema con el que se encuentran ahora estos padres alcoyanos tiene que ver con las expectativas que han generado en sus hijos: «Les dijimos que a partir de ahora íbamos a educarles en la cultura del esfuerzo y, como nos hemos rendido, nos insisten en que quieren cultura del esfuerzo y nosotros ya no podemos seguir intentándolo», comenta Ángela. «Nos dicen ‘Papá, mamá, esta tarde podríais educarnos en la cultura del esfuerzo’. Y nosotros les contestamos que tenemos muchas cosas que hacer, que se eduquen ellos. Pero no hay manera, se quedaron con lo de la recompensa y no se les va de la cabeza», lamenta.
Ahora, la pareja intentará educar a sus hijos para que toleren la frustración que les provoca el hecho de que sus padres no tengan fuerzas para educarlos en la cultura del esfuerzo. «Lo intentaremos, pero es bastante frustrante todo», señalan.
