«Podría cagar con la luz apagada, iluminándome únicamente con la pantalla del móvil como todo el mundo, pero ha sido un año muy duro y he querido darme un capricho». Con estas palabras compartía Javier Valls en las redes sociales su decisión de encender la luz del baño este mediodía pese al coste económico que este lujo iba a acarrear.
«¡Millonetis! Cómo te las gastas bro», «¡A tope de power!», «AQUÍ RESTREGANDO SU RIQUEZA ENERGÉTICA» o «Tirando la casa por la ventana mientras en África la gente no tiene ni baño» han sido algunas de las respuestas que Valls ha recibido en Twitter. No se muestra sorprendido porque es consciente de que el suyo ha sido «un gesto excéntrico, pero creo que a veces hay que quererse un poco».
Argumenta Valls que «la otra opción era un viaje turístico en agosto, pero tal y como está la cosa he preferido quedarme en casa, lo que no quiere decir que renuncie a volverme un poco loco y darle luz a la bombilla». Matiza luego que «no ha estado encendida más de diez minutos y llevo doce años ahorrando».
«No tengo hijos, no tengo hipotecas… no pienso sentirme culpable por darle un poco de luz a mi vida», ha concluido mientras volvía a bajar el diferencial del contador eléctrico.
