El Gobierno de España, con la intención de primar el derecho a la salud sobre el derecho de reunión, ha prohibido conmemorar el Día Internacional de la Mujer con manifestaciones públicas. A pesar de las críticas de ciertos sectores, esta medida ha reducido drásticamente la curva de la Covid-19, que ha alcanzado una incidencia acumulada de cero casos por cada 100.000 habitantes.
Así lo ha confirmado el epidemiólogo Fernando Simón sin ocultar su perplejidad: «Lamentamos haber tardado tanto en dar con la solución al problema», confesó hace unas horas en una rueda de prensa. «Si hubiésemos aplicado la lógica desde el principio nos habríamos ahorrado muchos quebraderos de cabeza. Ahora vemos claro que, si esta pandemia se originó por culpa de la manifestación del 8M del año pasado, la clave estaba en revertir el proceso». Simón añadió que, si bien esta epifanía llega demasiado tarde, podemos extraer lecciones muy valiosas de ella. «Todo será más fácil ahora que sabemos que no hay necesidad de lavarse las manos, ni de gastar un dineral en mascarillas y geles hidroalcohólicos. Basta con que las mujeres reivindiquen lo que ellas quieran, pero quedándose en casita».
Para Fernando Simón este episodio significa también una cura de humildad, una demostración rotunda de que debemos hacer menos caso al método científico y escuchar con más atención a ciertas voces de la derecha española que ya vaticinaron con gran acierto la situación actual, señalando la auténtica raíz del problema. «Le he propuesto a Pedro Sánchez que el próximo comité de expertos esté compuesto por varios militantes de Vox, dos periodistas de La Razón y mi cuñado Ramón», declaró en un comunicado oficial la ministra de Sanidad Carolina Darias.
Los colectivos feministas han pedido disculpas por su imprudencia y ya están tomando medidas para poder manifestarse sin propagar el virus, como aprender a cantar el “Cara al sol” o incendiar contenedores de basura.
