Tras meses de letargo, el bote con masa madre que se usó para hacer pan durante el primer confinamiento ha empezado a despertar, a mostrar signos de vida y a retorcerse sobre sí mismo conforme va notando que se acerca un segundo confinamiento, según han informado fuentes de la nevera. A medida que la segunda ola se ha ido haciendo realidad, las bacterias han ido poniéndose nerviosas y mostrándose más activas.
«UUUuuggghhhhhhhaahhh… mpfff… lo noto… Estado de alarma… confinamiento… oscuridad… días sin salir… pan, bizcocho, magdalenas…», se ha oído gorgotear al cúmulo de bacterias en una señal inequívoca de que ha llegado la hora de confinarse y ponerse a amasar otra vez.
Al cierre de la edición, millones de españoles han sentido la llamada y, con los ojos en blanco, han empezado a susurrar “pan, tengo que hacer pan, el momento es propicio”, y han acudido a sus supermercados para hacer acopio de harina.