Horas después de saberse que Reino Unido pondrá en cuarentena a todas las personas que lleguen de España, y consciente de las graves consecuencias que tendrá la decisión para el turismo español, el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha anunciado hoy que serán los propios españoles los encargados de mantener la actividad turística habitual asumiendo ellos mismos la práctica del «balconing», las borracheras con sangría y la degradación de las playas del país.
«Las plazas turísticas vacantes serán asignadas por sorteo en los próximos días, anunciándose el reparto de tareas en el Boletín Oficial del Estado y quedando excluidas las personas dependientes, los mayores de 80 años y quienes puedan alegar causas de fuerza mayor o enfermedad», explicaba esta mañana en una rueda de prensa la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto.
La decisión ha provocado inquietud a la ciudadanía. «Espero que no me destinen a Magaluf porque allí los estándares son muy altos. Me veo capaz de ir sin camiseta por Lloret de Mar con toda la espalda quemada y tocando el culo a alguna camarera, pero poco más», confiesa Román Jané Jr., un joven de Barcelona cuya experiencia se limita «a ir de camping con mis padres, turismo rural y poca cosa más». No descarta hacerse objetor alegando intolerancia al alcohol.
Otros, como Angel Cordero Cantante-Ligero, natural de Zaragoza, ven la situación como «una oportunidad de servir al país y de paso aprender a hablar español con acento británico». Espera, eso sí, no matarse saltando del balcón y promete entrenar duro en el gimnasio «para estar a la altura, concretamente a la altura de ocho pisos».
La ministra Maroto ha recordado que la falta de turistas extranjeros obligará a los españoles a beber tres litros de sangría diarios por persona.
