«No, si al final tendremos que tirar la puta ensaladilla». Así lamentaba hoy el gremio de la hostelería el «absoluto desastre» que supone el confinamiento para sus negocios, insistiendo en que una semana más sin poder abrir acabará obligando a sustituir las raciones de ensaladilla que, de momento, seguían conservándose en las neveras de los locales desde el pasado mes de febrero. «La parte de arriba ya está pocha y, en cuatro o cinco días, no podremos servir ni la de abajo», comentan los dueños de los bares españoles.
Los hosteleros se quejan también de que el lecho de cabezas de gambas bajo la barra no se ha renovado al permanecer cerrados los bares, de modo que se ha roto «el débil equilibrio natural». Algo que se tardará meses en restablecer. Asimismo, el trapo húmedo que se usa para limpiar todas las mesas está ahora acartonado. No se descarta que haya que comprar otro, con la inversión que esto supone.
«Damos las gracias a todos los clientes que se han ofrecido a pedir por adelantado la ración de ensaladilla, pero no depende de nosotros sino de los inspectores. Si por nosotros fuera no echábamos nada a perder, pero están las cosas como están», explican los responsables de los bares de España.
En la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso ha prometido que no se tirará «ni un solo plato de ensaladilla» porque «no están las cosas como para ponernos quisquillosos». Ha insistido en que los niños madrileños están deseando incorporarla a su menú.
