Rayos de vivos colores erigiéndose desde el pavimento hasta alcanzar el cielo, una bola irregular de color naranja con rayos o bien pinchos que podría ser el sol pero también el coronavirus tomando a la fuerza el firmamento, torres torcidas con pequeñas hendiduras en su superficie que deben de ser ventanas, manchas diminutas salpicando los márgenes del asfalto que representan supuestamente los coches aparcados, casi todos abollados, y dinosaurios nunca vistos pastando desordenadamente y a su antojo. Este es el aspecto actual de las principales calles de las ciudades españolas a juzgar por los dibujos que los niños han traído a casa después de su primera ronda de reconocimiento.
«Está todo muy cambiado, la naturaleza se ha ido comiendo las grandes edificaciones y hay un perro gigante de tres patas que no sé si es Zuma de la Patrulla Canina o Cobi muy desmejorado montando la Sagrada Familia sin pudor, con una especie de helicóptero intentando ahuyentarlo sin éxito», explicaba esta mañana en Twitter un padre de Barcelona.
«No deberíamos haber permitido que salieran, el mundo se ha vuelto peligroso, con seres de grandes cabezas y piernas delgadísimas repartidos por la vía pública», explican los padres españoles, asombrados pese a que los niños insisten en que está todo «como siempre, pero sin personas». Sus progenitores sospechan que están ocultando la verdad para que les dejen salir de nuevo, pero los dibujos son reveladores.
«El Gobierno nos ha estado mintiendo, los niños siempre dicen la verdad. Ha pasado algo muy gordo», sentencia un padre de Torrelaguna, escandalizado. «Se ha producido un desastre nuclear como mínimo», insiste mientras cuelga «los retratos del horror» en la nevera.
La Dirección General de Protección Civil y Emergencias ha solicitado a los padres españoles que faciliten los dibujos a las autoridades, que intentarán interpretarlos para ver si es verdad que algo terrible ha sucedido fuera durante el confinamiento.
