La retirada durante unos minutos de contenidos culturales en España para exigir al ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, medidas inmediatas para un sector eternamente precario, tuvo serias consecuencias que se notaron incluso en Francia. Hoy, el Gobierno de España reconocía que más de dos millones de ciudadanos se saltaron el confinamiento la semana pasada para consumir teatro, poesía y cine en el país vecino, aprovechando que allí no había apagón cultural.
«¿Qué íbamos a hacer si no? ¿Cómo iba a dejar a mis dos niños sin microteatro durante tanto tiempo con la que está cayendo?», se justifica Roberta M., de Tarragona, que atravesó los Pirineos, con los niños a cuestas y a escondidas de las autoridades, para asistir a un recital antológico de la «Nouvelle chanson».
Las autoridades no tuvieron otra opción que multar a más de diez mil familias que intentaban como fuera acceder a propuestas culturales en pleno apagón. «No es justo que tomaran la decisión tan de repente y sin servicios mínimos, no nos dejaron ni un mal verso, ni una función grabada de los Monólogos de la Vagina o una versión al ukelele de algún tema de Manel, cosas con las que podríamos haber podido aguantar al menos los primeros cinco minutos», protesta Juan S., que pagó 1500 euros de multa al ser sorprendido viendo vídeos piratas de los Monólogos Konfina2 de «Perrakaslokas.com».
«Nadie puede vivir de leer una y otra vez la misma entrevista a Rosa María Sardá en ElDiario.es», argumenta otro de los españoles que tuvieron que buscarse la vida en pleno apagón cultural.
El Ministerio de Cultura ha prometido al sector que promovió la protesta que, en cuanto se reanude la actividad en los restaurantes, los actores, poetas y otros agentes de la cultura en España volverán a recuperar su ritmo habitual de ingresos.
