Miles de españoles hacen más llevadero el confinamiento fabricando su propio pan. Motivados por dicho ejemplo, los trabajadores de la empresa Cruzcampo se han aventurado a fabricar, por primera vez, su propia cerveza.
«De haber sabido que contábamos con la tecnología necesaria para ello, lo habríamos intentado muchísimo antes», admite Jorge Paradela, presidente de la conocida empresa cervecera, que ha descubierto que elaborar “cerveza de verdad” es una estrategia de supervivencia más eficaz que la de propagar el bulo de que «la Cruzcampo, en Andalucía y bien tirada, tiene un sabor incluso soportable».
Según el contable de la empresa Rafael Antúnez, los números no mienten: Si las fábricas de Cruzcampo son realmente capaces de hacer cerveza, ello sería más rentable que el proceso actual, que está basado en criogenizar el producto para anestesiar el paladar de los consumidores y comercializarlo bajo el eufemismo de “Cruzcampo Punto Glacial”.
Este hito marcará un antes y un después en la trayectoria de la conocida marca sevillana, y también en la vida de su presidente, que hasta ahora ha guardado las apariencias pidiendo botellines de Cruzcampo en los bares para vaciarlos luego en los aseos a escondidas, rellenándolos con cerveza de la competencia.
Con el fin de liberar espacio en sus almacenes y hacer sitio al nuevo producto, la empresa se ha visto obligada a verter todos sus excedentes de Cruzcampo al río Guadalquivir, ocasionando lo que muchos ya consideran “la segunda mayor tragedia del Mediterráneo desde el asunto de los refugiados sirios”.
