A fin de que la experiencia sea más emocionante para todos, los expertos han recordado la necesidad de “mantener el suspense” entre la frase “Yo no soy racista” y la palabra “Pero”, que suele matizar o anular por completo la afirmación anterior. “Nosotros aconsejamos diez segundos de pausa que permitirán a todo el mundo ponerse nervioso esperando un desenlace que saben inevitable y que provocará un mayor efecto cuanto más penetrante sea el silencio”, han recordado los expertos.
Añadir la sintonía de Tiburón o unos efectos de sonido como de viento siniestro también ayudarán a convertir ese silencio en una experiencia de racismo completamente inmersiva.
Otra opción para mantener la intriga es optar por un largo circunloquio en vez de por el silencio para que el “pero” estalle como un giro inesperado de los acontecimientos que cogerá a todo el mundo por sorpresa.
“Cuanto más énfasis se ponga en la premisa de que no se es racista y más se abunde en lo repugnante que resulta el racismo, más efecto producirá ese ‘pero’ final que dará la vuelta a todo lo anterior”, insisten los expertos.