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¿Existe realmente el orgasmo masculino? Esa es la pregunta que todos nos hemos hecho en alguna ocasión. Hablar de sexo sigue siendo un tema tabú. Por eso, suelen surgir muchas dudas y también leyendas sobre lo que significa mantener una relación placentera y satisfactoria. Y se perpetúan mitos como el del orgasmo, ese supuesto momento en el que se obtiene un placer indescriptible, mítico.

Aunque a todos nos gustaría alcanzar un nivel superior de placer, la realidad es que el orgasmo masculino no existe y los hombres, por lo general, son incapaces de llegar al clímax durante el coito. La llamada “eyaculación masculina” no tiene base científica alguna y no es más que un bulo que se ha ido extendiendo con los años.

El urólogo madrileño Juan Rosales lo explica claramente: «Si nos fijamos bien, nuestros penes expulsan orina por la uretra, de manera que sería imposible que otro líquido, por ejemplo eso que llaman semen, saliera del mismo sitio. ¡Es científicamente imposible! Muchos hombres aseguran haber experimentado orgasmos, sí, pero también muchos aseguran que han sido abducidos por los extraterrestres o que se les ha aparecido la Virgen». Más claro, imposible. Y el que diga que ha llegado al orgasmo, miente o está sugestionado. ¡Basta ya de hacer el ridículo gimiendo y cerrando los ojos con fuerza, que somos adultos y seres racionales!

Lo que sí es cierto es que la mayoría de los hombres finge los orgasmos para acabar con las relaciones sexuales y poder volver a ver la tele o jugar a la consola. Algunos incluso fingen el orgasmo antes de iniciar el coito, ahorrándose todo el trabajo.

Otra prueba que desmonta el orgasmo masculino es que el líquido llamado semen, curiosamente, desaparece con el paso de los minutos, de forma que nunca nadie ha podido verlo. ¡Menuda casualidad!

En conclusión, y por mucho que nos duela reconocerlo, el orgasmo masculino no existe, así que ya puedes subirte los pantalones y volver a poner las manos en el teclado porque lo único que vas a conseguir con tanto movimiento de muñeca es provocarte una tendinitis.

La semana que viene desmontaremos el mito de la caca y te explicaremos por qué los fabricantes de inodoros nos han hecho creer que existe.