Los jefes de Estado y de Gobierno de los países pertenecientes al G-8 se han reunido en la ciudad italiana de l’Aquila para debatir en torno a la coyuntura económica actual. El enclave de la reunión, que inicialmente debía celebrarse en Cerdeña, se ha elegido a modo de homenaje a las víctimas del terremoto que el pasado mes de abril mató a 299 personas. Entre los escombros, el mandatario italiano Silvio Berlusconi ha encontrado una muñeca vieja que, espontáneamente, ha chutado en dirección a Nicolas Sarkozy, que ha seguido el juego hasta montar una especie de partidillo improvisado al que los demás estadistas se han unido como jugadores o bien animando a los demás. Angela Merkel, que se había dejado llevar por la euforia en un principio, ha sido quien ha emplazado finalmente a sus homólogos a centrarse en el debate y dejar el partido para luego, ante las reticencias de Sarkozy y la dispersión generalizada.
El juego se ha dado por finalizado cuando la muñeca, tras repetidos chupinazos, se ha partido en dos y los mandatarios han empezado a dudar sobre cuál era la mitad buena. También ha enfriado un poco los ánimos un comentario de Berlusconi acerca del Presidente americano y su escasa habilidad con el balón. «En baloncesto ya no lo sé porque es deporte de negros, pero en esto ni ‘yes we can’ ni tonterías», ha declarado el italiano. Nicolas Sarkozy no ha parado de reír durante todo el encuentro y sólo ha desistido de continuar jugando cuando todos los demás han decidido abandonar el improvisado terreno de juego porque estaba oscureciendo.