«No podemos evitar que orinen en la piscina, pero sí podemos regular la acidez y los niveles de desinfectante en su orina». Así justificaba esta mañana el portavoz de la Asociación de Hoteleros de España, Juanjo Herrera, la decisión de añadir cloro en los refrescos que se sirvan a todos los menores de 15 años que se hospeden en los hoteles del país. La entidad insiste en que «un niño traga una media de dos litros de agua de piscina por cada baño, sus estómagos ya están acostumbrados al cloro».
Este verano, pues, las criaturas notarán que la Coca-Cola, la Fanta o el agua saben «un poco distinto», pero con este pequeño sacrificio «al que se acostumbrarán pronto» los hoteleros creen que ellos mismos «ganarán en confort sabiendo que pueden orinar mientras nadan» y sus padres compartirán el baño con ellos «con la tranquilidad de saber que la orina está limpia y es indistinguible del resto del agua».
La alternativa del pañal de piscina, que hacía las veces de flotador, no obtuvo buenos resultados el año pasado: «Muchos aprovechaban para hacer aguas mayores también, había fugas y era un desastre», confirma Herrera.
La instalación de muelles gigantes en el borde de las piscinas ha salvado este mes la vida de más de veinte turistas británicos, que al saltar desde el balcón de sus habitaciones fueron devueltos a su país tras rebotar en ellos.