Mariano Rajoy se desplazó ayer por la noche a Pontevedra y se presentó en el domicilio particular de Andrés V. F., alias Capi, el joven que le propinó un puñetazo en diciembre de 2015. Al enterarse de que el agresor había salido ayer del centro de menores en el que se le recluyó, el presidente quiso ir a su encuentro y a las 23:34 le devolvió el golpe en la cara mientras un gran dispositivo de seguridad retenía al objetivo.
«Ahora estamos en paz», sentenció el presidente justo antes de regresar al Palacio de La Moncloa.
Un breve comunicado emitido desde la oficina del Ministerio de Presidencia se limitaba a aclarar esta mañana que «se decidió dar a la agresión una respuesta proporcional», argumentando que «la falta de respeto a las instituciones democráticas y a sus representantes debe tener consecuencias».
La oposición no ha tardado en criticar el puñetazo de Mariano Rajoy, asegurando que «le ha venido muy bien para desviar la atención de otros asuntos comprometidos».