Juan Carlos Clavero, director de la empresa Cruzcampo, especializada en botellas decorativas, ha mostrado hoy su consternación al saber que hay gente que consume el líquido con el que rellenan sus recipientes. “¡No, por Dios!”, ha dicho. “¿Cómo va a beberse eso?”, ha exclamado.
El empresario admite que, desde hace tiempo, recibe cartas de consumidores quejándose por el sabor de su “cerveza”, pero asumió que se trataba de alguna broma. “Pensé que era cosa del Jose, mi primo, que es muy de hacer este tipo de guasas”, ha explicado.
Sin embargo, a medida que las cartas se acumulaban, Clavero empezó a sospechar que algo pasaba. Según relata, un día se desplazó a un bar “y allí vi que tenían mis botellas decorativas”, relata. Pero para su sorpresa, un joven pidió una Cruzcampo. “Fue terrible”, explica. “El camarero cogió una de mis vasijas, la abrió y juro que le sirvió al cliente el líquido interior en una copa, lo vi con mis propios ojos”, añade. «¡Luego el otro va y se lo bebe!», exclama.
Clavero explica que el cliente hizo una ligera mueca de desagrado, pero aun así se acabó todo el mejunje decorativo, cuyos ingredientes el empresario se niega a revelar. “No, por Dios, suficientes problemas tengo ya”, ha lamentado.
El propietario de Cruzcampo ha pedido perdón por el daño ocasionado y suplica a la población que abandone esta moda de ingerir el espumoso brebaje. «No sé si es un reto viral o qué, pero que paren», solicita el empresario.