Insistiendo en que no parece querer integrarse ni respetar su cultura, los ciudadanos belgas empiezan a mostrar su malestar con el hecho de que Carles Puigdemont, en Bélgica desde hace más de cien días, aún no se haya molestado en aprender neerlandés, la lengua materna de más del 60% de la población, según han informado diversos medios del país.
“Ha venido acompañado de diversos catalanes y ha formado un gueto, como si no quisieran saber nada de los demás”, explica Adam, un ciudadano de Waterloo vecino de la casa alquilada por el equipo de Puigdemont. “Si siguen viniendo catalanes al final se hablará catalán y será una pena porque nuestra cultura quedará arrinconada”, argumenta.
Muchos belgas sienten que “esta gente” acude a su país “a imponer su revolución pacífica”, llenando sus calles para reivindicar sus cosas. “Venga catalanes y catalanes, cada día hay más, a saber cuántos se meten en un único domicilio y qué es lo que hacen ahí dentro”, ha dicho en referencia a la reciente visita de miembros de la CUP a Puigdemont para negociar su investidura.
“Proost voor het land (Visca la terra)”, ha dicho este belga para concluir.
