Tras años de sospechas por parte de la ciudadanía, la Asociación de Cocineros Gallegos (ACG) ha reconocido hoy en un comunicado que los restaurantes gallegos son restaurantes normales y corrientes que se limitan a añadir «iña» a los nombres de todos los platos. «Incluso cuando hay piña de postre, escribimos ‘piñiña’ en la carta», admiten los cocineros de la región.
El anuncio no ha sorprendido a nadie, pues desde el desembarco en España de franquicias como «100 Montadiños» o los servicios de comida a domicilio supuestamente gallegos como Justiño o Deliveriño, todos ellos indistinguibles de las versiones normales, el consumidor ya no espera propuestas gastronómicas distintas a las habituales. «Es un guiñiño que hacemos al comensaliño, a la gente le da gustiño pedir un buen caldo galleguiño aunque sea de Gallina Blanca», argumenta Alvariño Ramosiño, chef andaluz propietario del restaurante gallego «El duendiño de Cádiz».
«Nadie espera que en el restaurante italiano La Mafia entren unos señores con traje a dispararle con metralletas. Con los restaurantes gallegos es lo mismo», explica el gerente de la cadena de hamburgueserías gallegas «Burgerquiño».
«La comida está riquiña, esto es lo que cuenta», insisten los cocineros.