Este es tu último artículo gratis este mes. Te queda un artículo gratis este mes. Te quedan unos pocos artículos gratis este mes.
No renuncies a la Verdad, suscríbete

Suscríbete

Es fascinante cómo, por mucho que pasen los años, la tradicional receta de la tortilla de patatas o tortilla española nunca pasa de moda. Pero ojo, este plato básico de la cocina española a base de patatas, huevo y cebolla no es tan fácil de preparar como parece.

 INGREDIENTES 

● 6 huevos.
● 3 patatas peladas con la boca (600 gr).
● 1 cebolla pequeña.
● 1 pimiento verde.
● 2 vasos de aceite de oliva.
● Sal.
● Una hoja de perejil.

 PASOS 

Muerde y trocea la cebolla en dados medianos con cuidado de no tragarte ninguno. Ve escupiéndolos en un plato hasta llenarlo por la mitad. Descansa entre 15 y 20 minutos para reponerte del sabor de la cebolla cruda hasta que tus lagrimales dejen de segregar líquido. Si las lágrimas caen sobre el plato de la cebolla troceada no te preocupes, eso que nos ahorramos en sal.

Abre la puerta de la nevera haciendo fuerza con el lateral de tu cabeza y vigilando de no hacerte daño en la oreja. Una vez con la puerta abierta, introduce la cabeza para que tu cuello haga de tope y la puerta no se cierre. Busca el pimiento verde y cógelo con la boca. Es importante realizar este paso lo más rápido posible para evitar padecer hipotermia.

Escupe el pimiento verde en el fregadero, enciende el agua con la nariz u hombro, lo que te resulte más cómodo, y espera a que quede más limpio. Una vez limpio, te lo metes en la boca. Para quitar el tallo y las pepitas, es importante utilizar bien la lengua; si el pimiento es de los que pican, bueno, si es de los que pican estás jodido, córtalo rápido en dados, escúpelos encima de la cebolla y que se acabe cuanto antes.

Ahora que ya has avanzado bastante, es el momento de sentarte unos minutos y tratar de relajarte. Nadie dijo que esta mierda fuera fácil.

Llega el momento de las patatas. Utiliza los dientes para colocar la red en la que se encuentran sobre tu mesa de trabajo. Si las patatas estuvieran sucias, pásalas por agua. Pero claro, primero tienes que roer la red con los dientes para sacarlas. Lo normal es que, al romper la red, todas las patatas se caigan por el suelo. Bueno, ya limpiaremos después, ahora coge dos o tres con la boca, tíralas sobre el fregadero y lávalas como hiciste con los pimientos.

Va, que no es tan difícil. Muerde esos tubérculos. ¡Vamos! Una vez tengas esas patatas limpias tocaría trocearlas. Coge el mango de un cuchillo con los dientes, como si fueras un ninja, y muy lentamente trocea las patatas. Hay gente que primero les quita la piel, a mí personalmente me parece que la piel de las patatas le da un toque de sabor muy especial a la tortilla. Así que no te mates a quitarla. Corta cada trozo en medias lunas finas de 1 o 2 centímetros. Y escupe todo en el plato con las cebollas y el pimiento.

Ahora introduce todo en la sartén volcando el plato con la cabeza. Sazona a tu gusto, pero cuidado cuando metas la sal en la boca, su acidez es fatal para la lengua. Pero bueno, es lo que hay. Fríe a fuego suave durante 25-30 minutos, en los que puedes aprovechar para enjuagarte la boca con colutorio hasta volver a tener sensibilidad en las papilas gustativas.

Retira la fritada y escúrrela. El consejo aquí es meterse una manopla en la boca y después morder con fuerza el mango de la sartén para evitar quemaduras en los labios. Pasa el aceite a un recipiente sirviéndote de una pajita y resérvalo. Aquí muchos recomiendan limpiar la sartén con papel absorbente de cocina, pero no te líes, si al final va todo al mismo sitio.

Casca los huevos tirándolos al suelo, recógelos como buenamente puedas utilizando los pies, la cabeza o lo que sea, en este punto ya no estamos para elegir. Colócalos en un recipiente grande y bátelos con una cuchara. Muérdela bien para evitar dejar grumos. Agrega la fritada de patatas, cebolla y pimiento presionando la barbilla con el pecho para sujetar el recipiente.

Hay gente que recomienda removerlos bien para que se mezclen los sabores, pero yo aquí ya no estoy para hostias.

Coloca la sartén nuevamente en el fuego, no pasa nada si te quemas las cejas, muchos adolescentes lo hacen por moda y no les queda del todo mal. Agrega el chorrito del aceite reservado y luego echa la mezcla. Remueve un poco con una cuchara de madera bien mordida y espera (20 segundos) a que empiece a cuajarse.

Descálzate y separa los bordes de la mezcla utilizando las yemas de los dedos de los pies. Cubre la sartén con un plato de mayor diámetro que la sartén y bueno, aquí ya entramos en el terreno de los valientes. Hay que darle la vuelta. Un truco que puede servir es no darle la vuelta, dejar que la parte de abajo se vaya quemando y comerse sólo la de arriba. Pero si eres un perfeccionista, lo que puedes hacer es morder con fuerza el mango de la sartén, agarrar bien el plato con los dedos de los pies, volcar su contenido en él y que sea lo que Dios quiera.

Levántate del suelo. Si no puedes porque el suelo está resbaladizo por el huevo, arrástrate hasta donde tienes el perejil. Coge una hojita con la boca y escúpela encima de la tortilla.

Y ya está.

¡Delicioso!