Antonio Gambia, director general de operaciones de la petroquímica española Repsol, ha denunciado esta mañana a la organización Greenpeace tras descubrir que un activista de esta entidad había escalado su testículo izquierdo a modo de protesta. «A saber cuánto tiempo llevaba allí, me lo ha visto mi mujer”, ha declarado el directivo, que notaba algunas molestias pero no llegó a fijarse bien.
El activista en cuestión había desplegado una pequeña pancarta cuyo texto ya no se lee bien porque está muy arrugada y, con su acción, pretendía «que los responsables de las grandes petroleras sepan que no están a salvo en sus despachos porque llevaremos nuestras protestas cada vez más cerca, hasta que no puedan mirar hacia otro lado».
Finalmente, el ecologista se ha ido después de que el empleado de Repsol le pasara por encima una esponja con agua muy caliente mientras le amenazaba con acudir a los tribunales.
La agresividad y contundencia de Greenpeace se ha intensificado en los últimos meses. Hace unas semanas, varias zodiacs de la organización se colaron en el café del presidente de Shell, que tuvo que tirarlo después de que las embarcaciones dieran varias vueltas al lado de la cuchara.
“No respetan nada. A mi hijo le hemos tenido que lavar el pelo con vinagre porque lo tenía lleno de ecologistas”, lamenta el ejecutivo de otra petrolera.