Tras ejecutar a más de veinte pajes que se negaban a aceptar su carta a los Reyes Magos, el líder norcoreano Kim Jong-un ha logrado esta mañana hacer llegar a Sus Majestades sus deseos para estas Navidades.
«No quiero más juegos de Playmobil porque para eso ya tengo a gente de verdad con la que distraerme. Este año quiero la nueva bomba de hidrógeno que ha salido», ha escrito el mandatario en su misiva. «La de 50 megatones», ha matizado.
En su escrito, el líder se queja de que los mejores regalos se los lleve siempre Irán, «que tiene más bombas de las que necesita para entretenerse».
Numerosos expertos en política internacional creen que ahora se entiende mejor el porqué del discurso de Año Nuevo que pronunció Kim Jong-un hace cuatro días, en el que hacía un llamamiento a la mejora de las relaciones entre su país y Corea del Sur, asegurando estar dispuesto a hablar con el Ejecutivo de Seúl sobre «paz y unificación». «Claramente, estaba preparando el terreno para luego pedir la bomba de hidrógeno que le hace tanta ilusión. Quería demostrar que había sido bueno», argumentan los analistas.
Si al final los Reyes Magos le traen carbón como cada año, Kim Jong-un pide que al menos sea carbón enriquecido.