Susurrando “mi música en la noche morirá” para sus adentros, un deformado y monstruoso Artur Mas ha observado en silencio desde las vigas de madera del Parlament de la Generalitat al nuevo President de Cataluña, según han informado fuentes cercanas a los rincones oscuros de la Generalitat.
“Sí, qué jóvenes, qué jóvenes…”, ha farfullado detrás de la máscara que cubre su aborrecible rostro, quemado tras semanas de presión por parte de la CUP, formación que se negó a apoyar su investidura. “Yo era joven y atractivo también como vosotros sí, seguro, seguro, oh sí, apenas recuerdo ahora mi belleza”, ha susurrado una vez más, apenas 24 horas después de haber renunciado a su acta como diputado y tras informar de que se retiraría de la política institucional.
“Hablad, malditos, discutid, gobernad… pronto volveré, no me he ido… Estoy aquí, estoy aquí siempre, siempre”, ha dicho Mas con la voz rota, escondido entre las sombras de los altísimos techos del Palau de la Generalitat. Allí se mueve con agilidad entre tapices, cuerdas y vigas de madera, como una triste criatura de la noche. “Siempre vigilante, oh sí, volveré pronto, pronto…”, ha concluido el expresident.
Según fuentes cercanas a las bambalinas de la Generalitat -nada hay tan frío ni tan muerto como su corazón-, Artur Mas había amado a un país y desprecia ahora a una nación. «¡Sólo me faltó ser amado para ser bueno!», ha gritado Artur Mas asustando a todos los presentes y desapareciendo entre las sombras mientras reía como un demente.