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Pide a un taxista que le lleve por el camino más corto y llega al destino dos años y medio después

"TODOS ESTOS AÑOS ESCUCHANDO LA COPE", CONFIESA LA VÍCTIMA

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El 6 de octubre de 2013 a las 12:35 de la mañana, Venancio Berlanga Ortega cogía un taxi en el cruce de José Abascal con Santa Engracia, en Madrid. Una vez dentro del vehículo, Berlanga pidió al taxista que le llevase hasta Gran Vía. El trayecto, que en condiciones normales se habría podido realizar en menos de veinte minutos, ha durado más de dos años y medio.

La señal que hizo saltar todas las alarmas fue una llamada a la policía de su amigo José Luis Izquierdo Domínguez: “Venancio es algo tardón, por eso al principio no me preocupé. Pero claro, cuando ya llevaba un mes y dos semanas esperándole allí plantado al lado del McDonalds de Gran Vía, me dije: ‘Jose Luis, algo le pasa a Venancio’”.

Gracias a la audacia y la corazonada de su amigo, la policía montó controles de tráfico a lo largo de la red de carreteras del Estado, aunque sin éxito. “El taxista le llevó por toda la península en zigzag”, afirma el teniente Cejudo, responsable de la operación. “De hecho, le tuvo 75 días dando vueltas en círculo por Cáceres”, precisa.

Berlanga, que se muestra reacio a hacer apariciones públicas después de lo sucedido, concedió una entrevista telefónica a este medio: “Si te digo la verdad, yo cuando vi la Torre del Oro de Sevilla ya me olí que estábamos dando un poco de rodeo, pero claro… te da como cosa decir nada”.

Cuando por fin llegaron a Gran Vía, el taxista le cobró a Berlanga 22.523 euros. “Le dije que me cobrase 22.600, por no andar con el lío de las vueltas”, dice el cliente.

Aun así, el protagonista de esta historia prefiere verle el lado positivo: “He visto sitios que no había visitado nunca como Burgos, los Pirineos, Bollullos de la Mitación…Y además me he puesto muy al día de la actualidad nacional. Figúrese, dos años y medio escuchando la COPE”.

Se sospecha, además, que el afectado sufre el síndrome de Estocolmo, pues ha pedido hablar con el taxista varias veces «por si le apetece tomar unas cañas o algo».

El taxista, por su parte, se encuentra en estos momentos en paradero desconocido. Según testigos, al dejar a Berlanga en Gran Vía, otro cliente se montó en el vehículo pidiéndole que le llevase a Tres Cantos. La Policía teme que ahora, casi tres meses después, estén ya atravesando la estepa siberiana.

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