Tras hacerse oficial el traspaso del futbolista Iker Casillas por el Oporto tras una vida dedicada al Real Madrid, la afición de su nuevo equipo se ha volcado esta mañana en su recibimiento.
«Está triste porque deja atrás a su equipo de siempre y es normal», explicaba hace unas horas el entrenador del Oporto, Julen Lopetegui, añadiendo que «si está melancólico, ha venido a parar al sitio adecuado».
«Loucura que é poesia / Um sentimento que passa / A ser eterno cuidado / Em razão duma desgraça / E assim tem de ser, é fado / Ué ué ué», cantaban al unísono cientos de aficionados del club portugués en el aeropuerto mientras la lluvia, con su murmullo perpetuo, empezaba a calar en sus camisetas.
«Quatro muros de ansiedade / Que à noite fazem o canto / Que se ascende na cidade / Fechada em seu desencanto / Campeones, campeones», insistían los hinchas, acostumbrados a apoyar a los jugadores del Oporto recordándoles que cada enfrentamiento son 90 minutos de tristeza pero que incluso la derrota nos recuerda que estamos vivos.
«Esto es muy… fuerte. Yo no… no puedo» ha declarado Iker Casillas con un hilo de voz, visiblemente emocionado por la intensidad con la que ha sido acogido en el club donde aguardará la llegada de la muerte.
«No puedo parar las lágrimas», ha admitido justo antes de encerrarse en el baño durante una hora y media.
«À proa de outro veleiro / velava outro marinheiro / que, estando triste, cantava / que, estando triste, cantava», titulaba hoy la prensa deportiva local.
