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Exhibicionista callejero, obligado a retirarse porque la gente va por la calle mirando el móvil

CRITICA EL PROGRESIVO EMPOBRECIMIENTO DE LA VIDA PÚBLICA

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Silvestre Mochales, exhibicionista callejero «desde que vine al mundo con todo al aire hace 65 años», ha hecho pública hoy su decisión de «enfundar mi espada» y «ordenar el repliegue de mis tropas».

Aunque ha querido dejar claro que sigue en posición de firmes y siempre dispuesto para el escándalo público, Mochales ha detectado de un tiempo a esta parte un progresivo deterioro de las relaciones sociales motivado por la irrupción de la tecnología.

«La gente va por la calle mirando el móvil todo el rato, indiferente al entorno, a los amaneceres, al vaivén de los pájaros, al trajín de los niños corriendo para llegar al colegio, al incesante picoteo de las palomas, al baile pendular de mi cimbrel al viento», lamenta.

«Se están perdiendo los valores fundamentales de la convivencia»

Mochales asegura que a lo largo de su dilatada trayectoria ha recibido miles de insultos, pedradas y no pocos puñetazos, pero confiesa que «no hay peor desprecio que la indiferencia».

«Ayer tuve que poner los cojones sobre la mesa porque ya no podía más. Empecé a gritar a unos chavales que estaban jugando con las pantallitas esas, pidiéndoles que hicieran el favor de atender. Yo creo que ni me oían. Hay una falta absoluta de respeto hacia la gente mayor, se están perdiendo los valores fundamentales de la convivencia», sentencia.

El exhibicionista cree también que la juventud de hoy en día «ya lo ha visto todo», pero argumenta que «no se puede comparar la imagen digital de unos genitales colgados en Internet con todos los matices del ciruelo que cuelga de mí en estos momentos, en el aquí y ahora».

«¿Qué tipo de vida le espera a un ser humano que ha perdido tan pronto la capacidad de sorprenderse?», apunta Mochales. «Me siento mucho más joven que todos ellos», se queja.

«Mira aquí abajo y verás que la sangre sigue corriendo por mis venas. No tengo móvil pero hay algo en mis bolsillos que vibra, que se calienta, que me sirve para comunicarme», añade.

Silvestre Mochales alerta de que «quizá no será hoy ni mañana, pero un día os sentiréis huérfanos de algo que no podréis identificar. Y ese algo, que soy yo mismo, no estará para vosotros cuando vuestros móviles sin batería ya no puedan colmar vuestras ansias de palpar la realidad con las manos».

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