Don Juan Carlos I de Borbón presenciará la proclamación de su hijo, Felipe VI, desde un enclave muy especial: uno de los 120 puestos de francotirador que se habilitarán en el Congreso y el Palacio Real.
Equipado con su carabina Ceska semiautomática CZ-512 -a la que se refiere como «mi poderoso»- y una botella de Aquarius para evitar la deshidratación, el padre de Felipe de Borbón se encargará de disparar «ante la más mínima sospecha».
Tirará a matar
Según ha declarado él mismo, la ceremonia de mañana «es mi mayor reto como cazador y el motivo por el que me he estado preparando a fondo tantos años».
Aunque la idea inicial de don Juan Carlos era encargarse él mismo de todo, se ha preferido apoyar su labor de vigilancia con varios agentes de los GEO y observadores apoyados por los servicios de tierra.
«No es la primera vez que mato a alguien», ha sentenciado, dando pie a un silencio incómodo entre los periodistas y asesores de Su Majestad. «Que no pasará nada, coño», ha añadido para quitar hierro al asunto.
Por motivos de seguridad, las autoridades no han desvelado el lugar exacto desde el cual don Juan Carlos I ejercerá «su última gran misión para España», pero el propio monarca ha subido varios «selfies» a la red social Instagram donde posa con su carabina y apunta a los testículos de uno de los leones del Congreso.
Se cree, por tanto, que el Borbón será uno de los francotiradores apostados en la azotea del Hemiciclo, a la que ha insistido en subir por sus propios medios, encaramado a la fachada. «Ni ascensor ni hostias. ¿Somos soldados o no somos soldados?», ha exclamado justo antes de caer de bruces encima de un agente que ha requerido asistencia médica.
«Pájaro real a águila roja, ¿me recibe?», ha gritado don Juan Carlos al dispositivo Nokia 3210 sin tarjeta SIM que le han facilitado «para que se meta en el papel».
«¿Águila roja soy yo o sois vosotros? Lo ponía en el papel pero no sé dónde lo he dejado. Necesito una silla plegable de esas de playa», ha añadido el monarca justo antes de expulsar a los periodistas asegurando que «aquí no hay nada que ver».
