Rubén Maduro, un adolescente de estética «dark», ha pedido ayuda a su madre para pintarse los ojos de negro y tener un aspecto más siniestro frente al resto de acólitos de Satán con los que suele quedar por las tardes delante de la Fnac para luego ir a beber cerveza.
“Al crío le gusta ir a invocar a las fuerzas del Mal y, para eso, necesita pintarse los ojos y él es muy torpe”, dice la madre, admitiendo que, aunque no está muy contenta “con todo ese rollo satánico y demoníaco” que tanto parece apreciar su hijo, en el fondo está bastante orgullosa “de poder compartir mi maquillaje con él”.
«El débil y estúpido Cristo es la fuente de toda la podredumbre del mundo actual, que debe sucumbir y ser derribado hasta sus cenizas para que las tinieblas reinen de nuevo y todo lo inunden con su luminosa oscuridad”, ha declarado Rubén esta mañana durante la comida familiar, justo antes de pedirle a su madre que le prestara un poco de rímel y «eye-liner» para arreglarse.
“La verdad es que me gusta compartir con mi hijo estos momentos en los que le pinto los ojos para que luego pueda salir por ahí hecho un pincel y haciendo honor a los demonios nocturnos en los que cree”, informa la mujer. El adolescente también ha pedido ayuda a su padre para que le ate fuerte las enormes correas de sus botas, dado que él acaba de pintarse las uñas y debe esperar a que se le sequen.
Al cierre de la edición, fuentes cercanas al joven satánico han informado de que Rubén está en el baño con su madre mientras ella le peina la melena y él se queja de que le pega tirones.