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Un francotirador, tentado de advertir a su víctima de que tiene comida entre los dientes

"ESTOY POR MATARLO E IR A QUITÁRSELO LUEGO", RECONOCE

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Andrew S., francotirador con diez años de experiencia en el sector, lleva más de dos horas apuntando con su mira telescópica a un individuo al que debe matar hoy sin falta.

«No sé nada de él. Solo sé que tengo que dispararle en la cabeza mientras almuerza con mi cliente. Lo que pasa es que estoy esperando a que se acabe el segundo plato y también a que el otro le avise de que tiene un trozo de lechuga entre los dientes», explica el asesino.

El francotirador admite que bajaría él mismo a decirle a su víctima que se le ha quedado incrustado un trozo de comida en la zona interdental, pero cree que a su cliente, que está sentado frente al objetivo, no le costaría nada comentárselo con delicadeza. «Ya sé que le quiere ver muerto, pero hay cosas que tienen que ver con la educación, joder», se queja el tirador.

«Soy experto en provocar muertes limpias y este trozo de lechuga me está poniendo muy nervioso, la verdad», insiste.

El sicario lleva toda la mañana escondido en un ático desde el cual apunta directamente al rostro de la víctima. «Es un ático para entrar a matar. Debería haber finiquitado esto hace rato. Pero con este trozo de lechuga allí juro que soy incapaz», lamenta.

«Podría disparar directamente al trozo de lechuga y hacer que volara por los aires. Pero igual fallo y le reviento la cabeza pero la lechuga sigue pegada al diente. Reconozco que esto me daría mucha rabia, coño», argumenta. «Ojalá vaya al baño un segundo y se dé cuenta al mirarse en el espejo», añade.

Mientras aguarda a que algo de esto ocurra, el francotirador se entretiene espiando con la mira telescópica a una vecina del piso de enfrente. «Le he disparado en el cierre del sostén y le he visto las peras», ha comentado con orgullo.

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