Un niño de 10 años recibió ayer por la mañana un regalo de Reyes que no había pedido y que consiste en un simulador diseñado para ejercer la violencia a través de un mando, permitiendo incluso ejecutar a personas.
La criatura, con la ayuda de su hermana también menor de edad, siguió las instrucciones del aparato, que se conecta al televisor, y no tardó en presenciar escenas horribles. Intrigado, manipuló el mando y sin querer le voló la cabeza a un hombre que aparecía en aquellos momentos en la pantalla. Tras el suceso, el menor se encerró en su habitación asustado y en estado de shock mientras la hermana ponía en alerta a los padres y les informaba del acto homicida.
El niño está en shock tras volarle la cabeza a un individuo
«Tiene que ser una equivocación porque esto es claramente un instrumento de uso militar. Solo espero que esas personas que salían en la pantalla sean dibujos muy bien hechos pero de mentira», declara el padre del niño.
La familia, residente en Tarragona, acudió con el simulador a la comisaría más cercana para que las autoridades pudieran examinarlo y confirmaran que la persona que yacía sin vida en el suelo no era de verdad. Los agentes conectaron el dispositivo a un televisor y lo estuvieron probando mucho rato.
«Se iban pasando el mando unos a otros y lo utilizaban para amenazar y golpear a personas para sacar información», dice el padre.
Al final, los policías requisaron el regalo macabra y prometieron informar a la familia si obtenían nuevos datos. «Creemos que los responsables están escondidos por aquí, en uno de estos escenarios que se ven en la pantalla, y haremos todo lo posible para detenerlos. Nos han matado varias veces pero seguiremos insistiendo porque es nuestro deber», explicó uno de los agentes.
El niño lamentó que su único regalo de Reyes se quedara en la comisaría, pero los policías le pidieron que dejara el asunto en sus manos.
«Has matado a una persona con esto. Será mejor que vuelvas a tu casa y olvides este aparato para siempre», le aconsejó uno de los agentes mientras esperaba su turno frente al televisor. «Santos, pásame la clave del WiFi y lo enchufamos al ‘online’ para pedir refuerzos», exigió luego a uno de sus compañeros.