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Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima del Mayor Dolor Featuring Pitbull

CARTELERA

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Jesús renueva su espectáculo anual con artistas invitados deslumbrando a un público devoto

Desde su presentación en Sermón de la Montaña (32) y su espectacular Pasión, Crucifixión y Muerte (33), Jesús de Nazareth se ha conformado con repetir anualmente un espectáculo que poco o nada ha modificado durante siglos. Sin embargo, como ya certificó en su Resurrección de Jesús (33), el Hijo de Dios es capaz de guardar espectaculares ases en la manga con los que sorprender a sus seguidores. Y así lo demostró este Jueves Santo, en el que se hizo acompañar del rapero Pitbull para la que ha sido la procesión más innovadora que ha podido verse en décadas.

Todos esperaban que Nuestro Padre Jesús del Gran Poder volviera a formar pareja artística con la Virgen Santísima del Mayor Dolor y Traspaso. Y evidentemente así ha sido; el paso de Jesús venía seguido por el de la Santísima, pero tras ella casi 60 costaleros alzaban un enorme altar dorado en el que Pitbull, junto a toda su banda, puso música durante todo el recorrido.

“Llevábamos tiempo buscando un proyecto en el que colaborar y esto ha sido perfecto”, explicaba el perro, que ha acompañado a estrellas de toda índole, pero que por primera vez ha accedido a unirse al hijo de Dios en la Madrugá. Cadera va, cadera viene. Medias sonrisillas. Picaresca caribeña, ya tú sabes. Y así las tres horas que duró el recorrido, durante las cuales los costaleros encargados de llevarle tuvieron que soportar sus saltos sobre el escenario y el hecho de que fuera subiendo al mismo a los sevillanos que se animaran. No obstante, los costaleros hicieron su trabajo con gracia e incluso se atrevieron a dar algunos pasitos coreografiados.

«¡Eeeeeo!», gritaba el cantante de Miami. «¡Eeeeeo!» respondían los cofrades con los cirios en alto. ¡Quién hubiera dicho que veríamos alguna vez los capirotes sustituidos por gorras raperas! «¡Dos pasitos adelante!» ordenaba Pitbull. Y dos pasitos que daban los costaleros para que Nuestro Señor pudiera seguir el ritmo de la estrella, que llegó a bajar del altar en algún momento para adelantarse a la comitiva y seguir rapeando a pie de calle.

Unas luces, una escenografía y un vestuario esmeradamente cuidados que, pese a la música ligera de Pitbull, no taparon en ningún momento una acción y una historia que trepida hacia la catarsis. La trama es la enésima revisión de la muerte de Jesús de Nazareth, ¿pero acaso el público, devoto hasta la médula, querría otra cosa? El argumento es lo de menos y decir que Jesús se deja la piel sobre el altar no es un lugar común: ayer volvió a demostrar que nadie domina el «pathos» como él.

Pese a todo, hay que reconocerlo: las letras y la música de Pitbull no aportan demasiado frente a las arrolladoras muestras de energía, compenetración y transmisión actoral que hay entre él y Él.

Lo mejor: revisar el show de siempre pero conservando su esencia.

Lo peor: quedaba raro gritarle “¡Guapa!” a Pitbull.

Valoración El Mundo Today: ★★★★★

 

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