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Imanol Arias se pone en la piel de Steve Jobs en «iManol»

CARTELERA

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«Cuéntame cómo será»

Acostumbrados a verle instalado en la estética de la España del Seiscientos, sorprende el nuevo giro que el actor Imanol Arias, Antonio Alcántara en «Cuéntame cómo pasó», ha dado a su carrera. Pocos intérpretes de su categoría, con una carrera más que consolidada, se atreverían a encarnar una figura tan alejada de sus anteriores papeles como es Steve Jobs. «Las presentaciones del iPhone o del iPad son muy teatrales, creo que la adaptación al escenario es más sencilla de lo que parece», apuntaba el actor meses antes del estreno ante las razonables dudas de los periodistas. Y es verdad que, en «iManol», el intérprete leonés se siente como pez en el agua frente al respetable, aunque logre esta naturalidad a base de ignorar los rasgos originales de Jobs, de quien ni siquiera se respeta el característico atuendo. «Yo también visto sobrio, pero de blanco. El negro no me favorece tanto y soy yo quien defiende el papel y no Steve Jobs, que está muerto», se justifica Imanol Arias.

Una cosa está clara: quien espere ver una imitación mínimamente creíble del líder de Apple, será mejor que se quede en casa. «Es que es una recreación a la española, no es una imitación», aclara Arias, cuya interpretación deja aflorar incluso algunos tics de su personaje en «Cuéntame…», especialmente cuando exclama «Este trasto, Merche, es un auténtico pepinazo» o «Me dijiste que cambiara el chip y he cambiado el chip». Es ingenioso el recurso de acudir a Siri, la voz robótica que asiste a los usuarios del nuevo iPhone, para que actúe como un personaje más de la obra, discutiendo con Imanol Arias hasta el punto de que uno no sabe si está viendo a José Luis Moreno hablando con sus muñecos. «Me avergüenzas delante de estos señores», le recrimina Imanol a la robótica Siri, que lanza un guiño a Gracita Morales replicando con sarcasmo «¡Qué mala leche tiene el señoriiiiito!».

«iManol» es, en definitiva, una apuesta arriesgada que fracasa en el intento de transmitir la «filosofía Apple» porque prefiere priorizar el costumbrismo patrio. Se trata de una maniobra inteligente a nivel comercial, habida cuenta del perfil del aficionado al teatro en nuestro país, pero que probablemente defraude, o incluso indigne, a los jóvenes «maqueros». Quizá lo suyo hubiera sido recrear a Clippo, el clip de la ayuda de Microsoft Office, cuyos ademanes son más afines a los de Imanol Arias, especialmente porque es más cercano y mucho menos sofisticado que Jobs. El mito californiano no habría entendido nada al ver a Imanol llevando a Siri a dar «un paseo por el puerto USB», con las gaviotas de fondo. Una analogía muy, muy forzada, que mete con calzador una escena romántica que Steve Jobs nunca habría incluido en una de sus presentaciones.

No es aventurado decir que, de haber inventado el iPhone, el pobre Imanol Arias no habría vendido ni una sola unidad empleando sus recursos interpretativos, por mucho que la taquilla de «iManol» esté siendo más que satisfactoria en la primera semana del estreno.

Lo mejor: lo arriesgado de la propuesta.

Lo peor: el nulo respeto a los textos originales.

Valoración El Mundo Today: ★★★★★

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