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Los drogadictos celebran sus propios premios

SE CELEBRARON EN EL CÍRCULO DE BELLAS ARTES DE MADRID

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Anoche se celebró la XXXIII edición de los Premios Pico de la Droga, los máximos galardones de la escena de la droga española que se conceden anualmente con el objetivo de reconocer a los mejores drogadictos de nuestro país así como a los narcotraficantes, camellos de poca monta y policías corruptos más importantes. Para la ocasión, el Círculo de Bellas Artes de Madrid se vistió de gala y de magia para albergar una noche muy familiar llena tanto de rostros conocidos como de rostros demacrados.

«Lo mejor de estos premios es que son un reconocimiento que te hacen tus compañeros, y eso es muy bonito», decía Matías González, más conocido como «El chirlillas», politoxicómano de Vallecas. «Durante todo el año vamos recibiendo cintas de vídeo, fotografías y jeringuillas vacías del resto de nuestros compañeros y escogemos a los mejores». Él mismo fue agraciado con el «Chaquetero de oro», dado que lleva más de diez años pasando de la heroína a la metadona cada pocas semanas.

El trofeo es un caballo de oro (que es habitual encontrarse al día siguiente en los Cash Converters) y una de las tradiciones al recibirlo es pedir «algo suelto» desde el escenario.

Otro de los nombres importantes, Juanito «El Esquinas», volvió a
casa por tercer año consecutivo con un premio bajo el brazo, pues fue agraciado una vez más con el galardón «al mejor reparto», por su incansable labor a la puertas de los institutos madrileños y en los aparcamientos y lavabos de discoteca: «Yo, vamos, he trapicheado hasta en los lavabos de la comisaría», dijo al recoger el premio, que dedicó a la plantilla de Telecinco, presente en el auditorio: «Más que clientes, hermanos, porque son muchos años ya».

Posteriormente, el famoso narcotraficante José «Chilindrín» González finalizó el acto con un discurso en el que dio un repaso a los últimos años de los premios y al objetivo con el que nacieron. «Abanderar y liderar un proyecto común para dar cohesión a un colectivo, ganar prestigio y valor… Estos premios son un altavoz y cuantos más seamos más fuerza tendremos y más sinergias aprovecharemos». El Chilindrín también enumeró los hitos que avalan la apuesta de su organización para afrontar la crisis: el compromiso y la innovación.

Uno de los momentos más emotivos de la gala lo protagonizó un alto ejecutivo que ganó el premio al mejor «cocainómano de clase alta adicto al poder que no reconoce tener un problema con las drogas», que recibió el trofeo de manos de sus hijas, en medio de un prolongado aplauso y con el público puesto en pie. El ejecutivo, como es habitual en esta categoría, rechazó el premio al grito de «lo dejo cuando quiero» y se marchó entre risas, mirando por encima del hombro a los presentes. «Le damos el premio al drogadicto que lleva más tiempo sin reconocer un problema… y sigue con el papel hasta el final. Su familia está destrozada y él ni caso; sin duda lo merecía más que nadie», comentó un asistente a la salida.

Tras la ceremonia, la celebración continuó en el poblado de Las Barranquillas, a las afueras de Madrid.

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