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Kellogg’s crea los cereales «Día de mierda»

IDEALES PARA CUANDO TE ESPERA UN DÍA DE MIERDA

Kellogg’s cuenta en su catálogo con varias submarcas dirigidas a mujeres, niños, deportistas e incluso a los más mayores, pero se dejaba un target olvidado: la gente que tiene días de mierda. Para subsanar este vacío, la compañía ha lanzado los cereales «Crappy shit: día de mierda», destinados a la gente que desayuna sabiendo que le espera un día de mierda «y que prefiere sentirse miserable ya de entrada sin despertar tigres interiores que se morirían del asco a media mañana».

«A veces te levantas por la mañana y sabes que te espera un largo día enfrentándote al Windows 98, a varias reuniones, a tu jefe y a tus compañeros de trabajo. Y al volver a casa, te esperará tu suegra que viene a pasar unos días a casa… ¿Con qué cara te comes unos Miel Pops? Me alegra que hayan sacado unos cereales de acuerdo con mi estilo de vida de mierda», comenta encantado uno de los clientes que ya ha probado los «Crappy shit: día de mierda».

Saben a rutina y a desesperanza con un regusto a «marrón del curro a última hora»

Desarrollados por Robert Blackice, el nutricionista que creó las papillas con sabor a fracaso, los «Día de mierda» son cereales cuidadosamente recogidos del suelo de las fábricas de Kellogg’s. «Básicamente los hacemos con los cereales que barremos en la fábrica, los aglutinamos, hacemos un engrudo, una especie de conglomerado que luego cortamos en pequeño para que chocolateen la leche y le den ese sabor a miseria necesario para aguantar todo el día de mal humor» explica Blackice, quien también apunta que en caso de no poder predecir un día de mierda por la mañana, también pueden tomarse por la noche «como sustitución de una cena de mierda».

Los «Día de mierda», pensados tanto para parados como para gente con trabajos que odian, se comprometen a que salgas «con los huevos ya hinchados de casa». Según la marca, cada cucharada de estos cereales sabe a «horas extras, a ir al dentista, a niño con fiebre, a ir a buscar a la suegra al aeropuerto, a atasco, a diarrea imprevista, a encontrarte a tu cuñado en el bar o a quedarse encerrado en el ascensor con un búfalo…» y, en definitiva, «a cualquiera de los marrones que te puede joder el día».