Un autobús barcelonés de la línea 68 se estampó contra un árbol ayer por la tarde al perder el control del vehículo la anciana que estaba al volante. La mujer, de 82 años, tenía el brazo escayolado y una visión muy deficiente, por lo que apenas pudo reaccionar cuando el conductor le cedió su asiento en plena marcha.
«Se montó en el autobús poniéndome a parir por lo que había tardado en llegar y luego empezó a criticar a la juventud por no ceder los asientos a los mayores. Al final, para que se callara, me levanté yo y dejé que se sentara en mi sitio», explica el conductor. «Y no creas que me dio las gracias», añade. Aunque no hubo heridos, la anciana continúa en shock y sigue agarrando con la mano temblorosa una medalla de la Virgen de Loreto.
«Había asientos libres al fondo del autobús pero, como la señora está medio ciega, se pensó que no había sitio y soltó su discurso en contra de los jóvenes. Iba dando golpes a las barras metálicas con la escayola del brazo. Se nota que lo tenía todo ensayado», dice uno de los viajeros. Al final, la señora volvió a dirigirse al conductor. «Le dijo: ‘Y a usted, que es empleado público, le da igual todo esto’. Y claro, al conductor se le hincharon las pelotas», prosigue el testigo.
Da a luz en un taxi y la multan porque el bebé no llevaba el cinturón
Horas antes del incidente del autobús, otro suceso sacudió el sector del transporte público en Barcelona. Una embarazada se subió a un taxi y, tras veinte minutos de trayecto, dio a luz. «El taxista hizo como si nada, se limitó a subir el volumen de la radio mientras yo chillaba con las contracciones. Al final, cuando nació el bebé y empezó a llorar, el conductor, sin ni siquiera girarse para verlo, me dijo ‘El cinturón, coño, el cinturón'», recuerda la madre. Pero las advertencias del taxista no surtieron efecto. «La madre pasó de todo y los Mossos d’Esquadra se dieron cuenta de que un menor estaba viajando sin cinturón, así que multa al canto por tonta y por hacerse la sorda», sentencia el conductor del taxi.