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Tres señoras de Ávila se fusionan para sortear la crisis

DEJAN A SUS MARIDOS PARA BUSCAR NUEVOS SOCIOS

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Maruja, Rita y Sagrario, tres amigas de 42 años residentes en Ávila, han aprobado un proceso de fusión con el objetivo de «competir en un mercado cada vez más grande donde se exige una mínima dimensión para acceder a determinadas operaciones, aspirando a una financiación con mejor rating». La operación, tras la cual las tres mujeres pasan a llamarse MARISA, tiene como principal aliciente la suma de las pensiones que las tres mujeres esperan recibir de sus respectivos maridos.

«Gracias a esa inyección de capital lograremos incrementar nuestro patrimonio neto y ser más competitivas en un mercado internacional cada vez más exigente», ha explicado MARISA. Con un compromiso mutuo de ayuda en temas de solvencia y liquidez, las tres mujeres prevén una reducción de costes de más del 60% y aspiran a captar inversores extranjeros gracias a la suma de esfuerzos. «Iniciaremos una operación conjunta de búsqueda de inversores acudiendo a los mercados internacionales, concretamente a un hotel resort de 5 estrellas que hay en Playa Bávaro. La idea es incrementar el valor de nuestros activos buscando socios en entornos más atractivos».

Los antiguos socios de Maruja, Rita y Sagrario denuncian haber sido apartados del proceso de fusión y hasta el último momento han presionado para renegociar la deuda. MARISA, por su parte, considera que «no habríamos llegado a esta situación si ellos no hubieran decidido cortar las ayudas de forma unilateral. Cuando un matrimonio está en crisis, recortar las ayudas implica incentivar la quiebra». Las tres mujeres se niegan a negociar con los antiguos socios alegando que «han perdido todo el crédito» y les reprochan que no invirtieran en el negocio cuando aún había posibilidades de crecimiento. La versión de los maridos es muy diferente: «Ellas nos rechazaban siempre que nosotros proponíamos inyecciones de liquidez porque ya estaban pensando en nuevos inversores».

MARISA defiende la fusión argumentando que «era ahora o nunca». Las mujeres llevaban muchos años fuera del mercado y corrían el riesgo de empezar a tener pérdidas. «Y, como todo el mundo sabe, cuando empiezas a tener pérdidas dejas de ser atractiva para los inversores».

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