«Llevo desde los ochenta mimándola y es un poco desalentador saber que ella no termina de quererme del todo. Supongo que me quiere a su manera. Una vez la descubrí tonteando con mi hermano y eso es porque yo creo que él le recuerda a mí», argumenta. Está convencido de que Carmen «se desmoronará en cuanto pase dos días sin recibir su ración diaria de cariño ‘marca registrada José'». Carmen ha notado que José ha dejado de regalarle corazones dibujados con pasta italiana y que ya no la llama nunca «pequeño nugget». Sin embargo, se limita a preguntarle con cinismo «¿Qué te ocurre, tontín?», sabiendo que él es incapaz de expresar su frustración cuando está delante de ella.
De hecho, Carmen no deja de recibir mensajes al móvil que rezan cosas como «Me estás destrozando la vida, zorra de Satán». José, sin embargo, niega que esté siendo agresivo o maleducado cuando no está delante de su mujer: «Yo me atrevo a decirle lo que sea a la cara. Los mensajes esos son por la autocorrección del iPhone, tú a lo mejor quieres escribir algo más normal y el cacharro se pone a decir unas barbaridades que te dejan turuleta». Llegados a este punto, José interrumpe la entrevista para ir a comprar compresas para su señora.