Los servicios de seguridad estadounidenses tuvieron que actuar ayer de urgencia tras saberse que el presidente Barack Obama se encontraba frente a la puerta principal de la Casa Blanca esperando, sin éxito, que alguien le oyera llamar al timbre. Contra todo pronóstico, el mandatario no encontró las llaves de su residencia en el bolsillo del pantalón en el que, teóricamente, debían estar. Se vio obligado entonces a pedir socorro.
«No descartamos que extraviara las llaves durante el día, quizá saliendo del coche oficial o al bajarse los pantalones en el baño. Va a realizarse una investigación para tratar de encontrarlas», explicaba esta mañana un portavoz de la Casa Blanca. El hecho de que el suceso tuviera lugar de madrugada incrementó la sensación de desamparo de Obama, que llegó incluso a arrojar piedrecitas a la ventana del dormitorio en el que su mujer dormía. Finalmente, los servicios secretos acudieron al rescate y echaron mano de una llave de repuesto que se encontraba debidamente camuflada debajo de un tiesto.
La prensa sensacionalista ha interpretado el incidente como una muestra de la fragilidad de Estados Unidos y del propio presidente. Éste insiste en que no hay que dramatizar y asegura que en menos de tres horas dispondrá de una copia de las llaves originales. «La parte buena de todo esto es que se ha podido demostrar que no es fácil entrar en la Casa Blanca si no se tienen las llaves. Se trata, por tanto, de un hogar seguro y, con él, todo el país está seguro», ha argumentado Obama.
El Gobierno norteamericano solicita ahora la colaboración ciudadana: «Si alguien encuentra unas llaves más grandes de lo habitual y con un llavero con el logotipo de la Casa Blanca, rogamos las remita inmediatamente a la oficina del presidente porque le pertenecen», insistía esta mañana el portavoz de la residencia presidencial.
Aunque es la primera vez que un mandatario estadounidense se queda fuera de la Casa Blanca por motivos logísticos, conviene recordar que George W. Bush tuvo que pedir a Obama que le dejara volver a la Casa Blanca un momento para recoger un neceser que había olvidado en el baño al abandonar la residencia. Finalmente, el neceser le fue enviado por correo con el fin de no dañar la imagen del nuevo presidente.
