Los pequeños están castigados dos semanas sin ver series de televisión sobre médicos ni acercarse a Internet. Los facultativos que examinaron a las criaturas confirmaron que están bien de salud y que, efectivamente, se intercambiaron los hígados. No se explican, sin embargo, cómo es posible que dos niños tan pequeños fueran capaces de ejecutar una operación tan compleja.
«Por lo visto, el único instrumental que han utilizado son juguetes de Lego, piernas de muñecas rotas y poco más…», comenta uno de los doctores. En la habitación también encontraron una Barbie decapitada, pero James aclaró que no la utilizaron en la intervención sino que él mismo la había roto anteriormente para fastidiar a su hermana «que es una llorona y una tonta». Luego comentó, mirando de reojo a su colección de osos de peluche, que el único problema que tuvo durante la operación fue la poca asistencia que recibió por parte de su equipo de enfermeros.
El postoperatorio está siendo un éxito y se espera que los pequeños puedan volver pronto al colegio, aunque los padres de algunos alumnos temen que puedan intercambiar, remover o incluso vender los órganos de sus respectivos hijos. Tania no quiere ni pensar qué hubiera ocurrido si su hijo y James no hubieran tenido órganos compatibles. Albert, sin embargo, afirma que eso no habría podido pasar. «Nos escupimos antes en las manos y nos las apretamos, no somos tan tontos», insiste el niño.
