«Lo fuerte es que se pasó media hora en el baño y dejó correr el agua y todo. Incluso silbaba como si se estuviera duchando. Y luego salió entre vapores», explica Ana, «pero a mí algo me olía mal, literalmente digo, y empecé a hacerle preguntas y al final confesó entre lágrimas que sólo se había pasado una toalla húmeda por las axilas y que se había mojado el pelo para que no le descubriera». El cinismo de Juanjo llegó a tal extremo que, al salir del baño, suspiró y dijo «estoy como nuevo».
El acusado explica que su comportamiento no debería extrañar a tanta gente. «Es que en invierno tampoco se suda tanto y no es necesario ducharse cada día. En verano sí, claro, pero ahora no hace ninguna falta pasar frío porque sí», se defiende Juanjo ante los periodistas que durante todo el día han acudido a su domicilio para entrevistarle.
En vano, intenta utilizar el argumento del ecologismo para dejar en evidencia a aquellos que «desperdician litros de agua incluso en invierno». Sin embargo, como asegura su novia, él dejó el agua correr para que ella la oyera y creyera que se estaba duchando, por lo que desperdició tantos litros como si se hubiera duchado de verdad y, encima, ni siquiera la utilizó.