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«Yo veraneo en polígonos industriales»

LOS ALMUERZOS DE EMT

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Pepe Vargas.

Además de su calidad, la razón por la que Pepe ha elegido este restaurante es porque aquí conoció a su esposa hace más de treinta años. Ella era camarera entonces y él manejaba un toro hidráulico en un almacén de tuberías cercano. «Nos conocimos y, bueno, el resto es historia. La llevé al altar yo mismo, en el toro hidráulico. No es que estuviera gorda ni nada, pero es que a mí me gustaba mucho aquel toro».

Al poco, ella dejó su trabajo y él se hizo camionero «por el sentimiento de libertad, las ganas de ver mundo y conocer a personas de todas partes». Y desde entonces ha ido apuntando todo lo que le ha parecido interesante: «A lo mejor estaba haciendo un servicio no sé donde y entraba en un polígono con un delicioso aroma a chocolate, porque se conoce que había allí una fábrica de bollos, y entonces cogía y lo apuntaba en un mapa y me decía ‘a ver si vuelvo aquí con mi señora en vacaciones’. Creo que los polígonos industriales están poco explotados como destinos vacacionales para toda la familia y es una lástima».

Cualquier transportista sabe que existen diversas guías sobre polígonos, pero Pepe Vargas las desprecia: «Se limitan a decirte dónde está situada tal o cual empresa, a ofrecer un mapa y a indicar dónde está el parking; a mí eso no me interesa». Él lo que quiere es encontrar «la esencia de cada polígono, describir sus gentes, el latido específico de sus fábricas y sus almacenes. Quiero que la gente deje de fijarse en las prostitutas, los perros abandonados y las carreras ilegales para centrarse en la belleza que esconden estos paisajes únicos de cemento y metal».

En su guía hay sitio para monumentos y curiosidades, pues no todo es gastronomía y alojamiento. «En Murcia hay un polígono, muy cerquita de la playa además, en el que hay un solar donde una empresa dejó abandonadas dos toneladas de lona sintética que acabaron por incendiarse. Ahora parece una escultura moderna. Arte del bueno. Por supuesto, también tengo cosas de tipo práctico como un mapa donde señalo los bares en los que te miran mal si llevas el bocata de casa y pides sólo una cerveza y otros donde puedes encontrar tantas máquinas tragaperras que harán que olvides esa horterada de Mónaco».

«Mi próximo proyecto es escribir un libro de Historia», dice ilusionado mientras abarre con exagerada avidez una tarrina de helado de dos gustos, idéntica a la que deben de servir en cientos de bares de toda España. «Hay evidencias de polígonos que datan del siglo I después de Cristo, pero no hay fondos para hacer excavaciones serias con arqueólogos y toda la pesca».

Es la hora de pedir la cuenta y Marina, la mujer corpulenta que lleva el local, pregunta por la esposa de Pepe, que fue antigua empleada suya. Éste, tragando saliva y ahogando un suspiro, le explica que le abandonó hace dos años. «Estaba harta de que estuviera siempre en la carretera, pero yo intentaba sacarla a comer fuera y salíamos cada fin de semana». Lo que no explica Pepe es dónde «sacaba» a su señora, pero dada la pasión con la que habla de los polígonos industriales no cuesta adivinarlo.

Restaurante Kilómetro 6

– Zumo de tomate.
– Gazpacho.
– Macarrones gratinados.
– Merluza rebozada.
– Sepia a la plancha.
– Tarrinas de helado.
– Café.

Total: 11 euros.

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