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La estupidez se adueña del aeropuerto de Barcelona

VARIOS PASAJEROS SE FACTURARON A SÍ MISMOS

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Las maletas hacían cola para facturar a sus dueños, aunque muchas estaban allí para hacer bulto.
El aeropuerto de El Prat se vio sacudido ayer por una serie de comportamientos sin sentido que se fueron potenciando entre ellos hasta que las autoridades decidieron desalojar parte del recinto. «Todo empezó cuando un grupo de turistas alemanes se facturó a sí mismo y dejó las maletas haciendo cola. Como la gente es gregaria, muchos hicieron lo mismo y al final las cintas se llenaron de personas y las colas de maletas» explica Rosa Gámez, una psicóloga que acudió urgentemente al lugar de los hechos. El suceso provocó la risa floja entre la gente y, como siguiendo la broma, el encargado de la megafonía empezó a anunciar los pasajeros de los vuelos como si se tratara de la alineación de un equipo de fútbol, generando euforia y aplausos. «Fue como un chiste colectivo que se fue agrandando, comprometiendo incluso la seguridad del aeropuerto. Dos agentes de la Guardia Civil iban acusando a todo el mundo de llevar droga en el peluquín. También se organizó una especie de venta improvisada de niños extraviados libres de impuestos, como si fueran esclavos, y a una señora de Murcia la metieron en un vuelo a Rusia con una armónica y un fuet», dice Gámez.

Los monitores mostraban juegos de Windows.
Los monitores mostraban juegos de Windows.
Los expertos atribuyen lo ocurrido a un episodio de histeria colectiva potenciado en este caso por la rigidez de las normas y rutinas aeroportuarias. «Los pasajeros están tensos y se les somete a infinidad de controles. Cuando alguien rompe una de las reglas, esta ruptura es como una vía de escape a la que todo el mundo se agarra para desahogarse», sostiene Rosa Gámez. La epidemia de estupidez llegó a propagarse incluso en los aviones que en aquel momento efectuaban maniobras de despegue o aterrizaje. «El vuelo UX-2367 de Air Europa, procedente de Santander, aterrizó y despegó siete veces seguidas porque el pasaje aplaudía y pedía más y más», explica un controlador aéreo. Aunque afortunadamente no hubo que lamentar víctimas, uno de los trabajadores de la terminal B aprovechó que el suelo estaba recién encerado para deslizarse hasta que se precipitó por unas escaleras mecánicas. «Recibió muchos golpes en la espalda y en la cabeza. Cuando le preguntamos si se encontraba bien se puso a imitar a Montilla» explica el responsable de la enfermería.

José Manuel "Dirti Densin".
José Manuel "Dirti Densin".
Aunque el acontecimiento ha levantado el interés tanto de expertos en seguridad como de estudiosos del comportamiento humano, lo cierto es que no es la primera vez que se produce una reacción parecida. «Cuando los medios relataban lo ocurrido, no pude evitar acordarme de los tiempos en los que elaborábamos la Constitución Española, en 1977. Gabriel Cisneros llegó a proponer un artículo que otorgara derechos distintos a las españolas según estuvieran borrachas o sobrias y Solé Tura estaba obsesionado con proteger a España de las tormentas de rayos. Por suerte al final recondujimos el tema y la Constitución es más o menos decente», reconoce Miquel Roca.

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