El pasado sábado Roger Guardia y Rosa Jofré partieron de excursión al Montseny y desde entonces nadie les ha vuelto a ver. «Recibimos una llamada de Rosa como de auxilio pero no se oía nada bien, así que le dije: ‘mira, estoy en el coche, ahora no puedo, llámame cuando estés más tranquila’. No llamó, ya sabe cuál es mi número» explica Silvia García, una de sus compañeras de facultad. Parece, pues, que hay unanimidad a la hora de quitar hierro al incidente: «iban siempre a la suya, sólo se interesaban por ti cuando necesitaban algo. Que les vaya bien en la montaña, es todo lo que puedo decir» afirma el hermano de Roger.
Roger y Rosa son -o eran, pero qué importa- expertos excursionistas amantes de la naturaleza «pero que pasaban completamente de las personas. El resto de los bichitos sí que ‘ay qué monos’ y todo eso, pero lo de dejarte cincuenta céntimos para el café de la máquina ni hablar», en palabras de Silvia García. Ignasi Galceran, experto en montañismo y buen conocedor de la zona en la que se perdieron Roger y Rosa, explica que «una rápida actuación de las autoridades podría dar con ellos, pero cuanto más pase el tiempo más complicado será. De todos modos, si eran unos imbéciles egoístas, son capaces de haberse camelado a algún animal para que les ceda su cueva y deje que se coman a sus crías para sobrevivir ellos, y sólo ellos. Ese perfil de individuo es así, es que lo pienso y me doy cuenta de que si les encontrara les ataría a un árbol para que dejaran de joder a los demás».
